lunes, 5 de noviembre de 2012

Jomeini

El verano de hace ya algunos años andábamos de viaje con unos amigos por ese verde norte de la Península y, tras visitar Cantabria, asentamos nuestros reales en un bonito hotel rural cerca de Villaviciosa, en Asturias. Era el primer viaje que hacía después de haber pasado por una latosa enfermedad a principios de año, por lo que tenía unas ganas enormes de disfrutarlo.

Allí nos fue a visitar la hija de nuestros amigos que, con su carrera de Medicina recién terminada, estaba en Valladolid preparando el examen del MIR. Pasamos un par de días juntos y uno de ellos nos dirigimos a Oviedo para girar la obligada visita a la ciudad.

Jomeini y yo en otro viaje en el que coincidimos años después.
Como se puede ver ya la había perdonado
Tras subir a Santa María del Naranco, ver la catedral y saludar a La Regenta, buscamos un lugar para comer en la calle Gascona. Teníamos ganas de probar lo más típico de la comida asturiana y, por supuesto, pedimos la inevitable fabada por la que yo llevaba toda la mañana relamiéndome. Tras una breve espera apareció sobre la mesa una sopera humeante de fabes con su compango que olía a gloria.

Cuando me disponía a servirme de aquel manjar de dioses, oí que una seria voz en la mesa me decía:

- Con lo que tú has tenido, no deberías ni probar la fabada.

Me quedé helado, busqué con la mirada algún apoyo entre los comensales. Mi mujer, inmediatamente, se puso de parte de la médico. La madre de la médico, también. El padre de la médico me puso cara de comprensión con un gesto como de "Date por jodido, Melchor".

La miré a la cara y me salió del alma decirle:

-Tú lo que eres es una médico fundamentalista. Tú eres, tú eres...¡LA DOCTORA JOMEINI!

Se partieron todos de risa, se sirvieron la fabada y se la zamparon delante de mí sin ningún remordimiento. Y yo me quedé, como diría Javier Krahe en su conocida canción, "con mi plato vacío como un gilip...." .

Pasó el tiempo y me acostumbré a llamarla Jomeini - de hecho así es como la tengo registrada en el directorio del móvil- y hace un poco más de cuatro años aquella joven médico abrió un blog y adivinen cómo lo llamó. Pues sí, han acertado, lo llamó El blog de la Doctora Jomeini. Y aquel nombre que le puse en un momento de cabreo aparece hoy en una página, que ha tenido un enorme éxito, en la que trata de la vida cotidiana, de su trabajo de anestesista, de la vida, en fin, y que va ya por casi tres cuartos de millón de lecturas.

Y ahora la doctora Jomeini, Ana, publica su primer libro y lo presenta a sus lectores y allí en la portada aparece el nombre que le puse un mediodía de verano de hace un montón de años y, qué quieren que les diga, lo siento como un poco mío (muy poquito porque el mérito es todo suyo) y sé que va a gustar mucho porque está escrito, igual que su blog, con mucho sentido del humor y con mucho sentido del amor.

No dejen de leerlo que les va a gustar.

lunes, 29 de octubre de 2012

Bilbao


Es un día de otoño en Bilbao. 

Estamos rodeando el Museo Guggenheim y descubrimos en una terraza la figura de un hombre solitario, vestido con un abrigo oscuro que se inclina levemente hacia atrás para hacer una fotografía en dirección al cercano puente de la Salve. 

Tras él, el muro del edificio compuesto por rectángulos de titanio se erige como un escenario casi de otro mundo.

martes, 23 de octubre de 2012

No me toquen los circadianos

El próximo fin de semana, como ocurre cada seis meses, surge otra vez la amenaza del cambio de hora. El de octubre, que dicen que es el bueno, nos permitirá levantarnos una hora más tarde pero, por contra, nos hundirá en las tinieblas de la noche apenas terminar "El secreto de Puente Viejo" de Antena3.

Otra vez tendremos que acostumbrarnos a un nuevo horario y combatir ese "mini jetlag" semestral que, no se si a ustedes, pero a mí me molesta cada vez más.

Debo de pertenecer a un grupo de riesgo para estas cosas. A medida que voy entrando en lo que yo llamo "la flor de la senectud", todos estas pijaditas que varían mi relación espacio-temporal con el universo me producen una gran desazón física y mental. No tener hambre a la hora de comer, o tenerla antes de la hora; no poder pegar ojo hasta una hora más tarde o dormirme en el sofá a las 11 y muchos ejemplos más que ustedes imaginan, todas estas variaciones me incomodan mucho.

Seguro que ya alguien anda diciendo que soy un finolis (doy la idea para que se queden ahí y no sigan subiendo por la escala de los adjetivos descalificativos) pero es que yo, apreciado lector o lectora, tengo muy sensibles los circadianos
.
Me explicaré. Dicen los sabios que la vida de todos los seres vivos está regida por una serie de ritmos que llaman circadianos -del latín circa diem o alrededor del día- que afectan profundamente a la vida diaria y que tienen una duración de aproximadamente 24 horas, pasadas las cuales vuelven a repetirse. Este bonito esquema que me he mangado en la red me permitirá ilustrarles sobre cómo funciona el asunto.


La imagen representa un día completo y en ella se hallan señaladas las distintas incidencias rítmico-vitales que nos van sucediendo a lo largo de la jornada. He de decir de antemano que no me parecen del todo exactas algunas entradas que aparecen. Pueden ver, por ejemplo, que entre las 15:30 y las 17:00 horas nuestro cuerpo oscila entre "Máxima velocidad de respuesta" y "Máxima fortaleza muscular". Yo les garantizo que lo único que tengo en ese tramo horario es "Máxima capacidad de quedarme roque en el sillón"

Y es que nuestro organismo se ve sometido a distintas horas del día a descargas de hormonas que rigen nuestra vida. Ese periodo de subida de melatonina nos prepara para dormir toda la noche como benditos, aunque como habrán observado yo guardo un poquito de esta sustancia para la siesta. Con estas descargas hormonales el cuerpo se va regulando y controla la temperatura, la presión sanguínea y el grado de alerta que tenemos.

Pero hay dos cosas que me preocupan sobremanera: La primera es la que se refiere a la supresión del movimiento intestinal a las 22:30. Imagínense a mi pobre intestino despistadísimo con el cambio de hora. Ya lo estoy oyendo decirme, según la ocasión, ¿pero tú no cenabas una hora más temprano o más tarde?  Pues yo voy a parar a la misma hora de siempre, así que tú verás lo que haces.

Sin embargo, de todo este asunto circadiano, lo que más me preocupa es lo que, según el esquema, ocurre a las nueve de la mañana. Sí, sí, me refiero a la testosterona. ¿De verdad creen que un hombre de mi edad puede permitirse el lujo de andar jugando con la hormona de la masculinidad? Ni locos deberíamos permitir que nos la mareen a la pobrecita con cambios de horarios ni otras chorradas por el estilo.

Mi cuerpo y mi espíritu piden que este sea el último cambio de horario y por todo lo expuesto insisto en decir ¡No me toquen los circadianos!


jueves, 18 de octubre de 2012

Venus, el Amor y la Música

El escritor y premio Nobel peruano-español Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) saltó a la fama en 1963 con su novela La ciudad y los perros. A partir de ese momento ha ido elaborando una obra literaria que lo ha llevado a convertirse en uno de los grandes narradores en lengua castellana. Otras obras suyas son Conversación en La Catedral (1969), Pantaleón y las visitadoras (1973), La tía Julia y el escribidor (1977) y La fiesta del Chivo (2000).

En 1998 escribe Elogio de la madrastra, en la que nos plantea un curioso triángulo erótico -formado por doña Lucrecia la madrastra, don Rigoberto el padre y Fonchito el hijo- a partir del cual elabora una extraña obra acerca del amor y la inocencia. Para acompañar el texto incluye una serie de cuadros de artistas como Bronzino, Jordaens, Boucher, Tiziano, Francis Bacon y Fra Angelico que describe de forma minuciosa.

De Tiziano, pintor de la escuela italiana del Renacimiento italiano, elige el cuadro de 1548 Venus recreándose con el Amor y la Música -cuya versión del Museo del Prado incluimos aquí- en el que representa a la diosa mientras escucha la música que toca un organista, acompañada por Cupido y recostada sobre un lecho delante de una ventana a través de la cual se pueden ver los jardines de una villa.

Dice el escritor:


Ella es Venus, la italiana, la hija de Júpiter, la hermana de Afrodita la griega. El tañedor del órgano le da lecciones de música. Yo me llamo Amor. Pequeñín, blando, rosáceo y alado, tengo mil años de edad y soy casto como una libélula. El ciervo, el pavo real y el venado que se divisan por la ventana están tan vivos como la pareja de amantes enlazados que pasean a la sombra de los árboles de la alameda. En cambio, el sátiro de la fuente en cuya testa surte agua cristalina de una jofaina de alabastro, no lo está: es un pedazo de mármol toscano que un hábil artista venido del sur de Francia modeló. También nosotros tres estamos vivos y despiertos como el arroyo que baja de la montaña cantando entre las piedras o como la algarabía de los loros que vendió a don Rigoberto, nuestro señor, un mercader del África. (Los cautivos animales se aburren ahora en una jaula del jardín.) Ha comenzado el crepúsculo y pronto caerá la noche. Cuando ella llegue con sus andrajos plomizos, el órgano callará y yo y el profesor de música deberemos partir para que el dueño de todo lo que aquí se ve, entre a esta habitación a tomar posesión de su señora. Venus, para entonces, gracias a nuestra voluntad y buen oficio, estará pronta para recibirlo y entretenerlo como su fortuna y rango merecen. Es decir, con fuego de volcán, sensualidad de ofidio y engreimientos de gata de Angora.

sábado, 13 de octubre de 2012

Los patos de la plaza de la Catedral.


Se ha desatado en estos días en La Laguna, ciudad donde vivo, un debate a cuenta de la intención del ayuntamiento de quitar un pequeño estanquito con patos que existe desde 1908 en la plaza de la Catedral y por donde generaciones de niños laguneros, y también de fuera, han pasado y pasan para verlos. Esta sí es una auténtica tradición local que según nuestros gobernantes debe desaparecer. 

Los motivos son varios según la concejal Julia Dorta que los ha expuesto en un artículo del Diario de Avisos. Leánselo. Yo no he podido por menos que escribir un comentario a este artículo que les trascribo a continuación:

"Como nos tiene acostumbrados el ayuntamiento de La Laguna, ahora se les ha ocurrido la "volada" de fin de verano: quitar los patos de la catedral. Y, ¿saben cuál es el problema? Pues que muchos ciudadanos, que han perdido la fe hace tiempo en nuestra clase política, no creen que esta sea una decisión inocente y suponen, la experiencia enseña, que tras ella es probable que nos encontremos con otro asunto relacionado con el "progreso" de alguno de nuestros omnipresentes y egregios próceres.

Los argumentos empleados no se sostienen. Que los pobres animalitos viven encerrados en un espacio limitado,
 pues amplíese éste o pongan menos patos; que las condiciones higiénicas no son las idóneas porque la suciedad es patente y que hay malos olores (paso a menudo por ahí y creo que exageran un poco) pues Sr. Alcalde mande usted a limpiar con más frecuencia y cambie el agua más a menudo...

La concejala ademá
s se despacha en este artículo con dos afirmaciones. Primero dice que en ninguna ciudad del mundo hay animales así. Le sugiero que vaya usted a Barcelona, diríjase a la catedral de Santa Eulalia y verá que allí tienen ocas rodeadas de respeto y consideración ¡en el claustro!

La siguiente afirmación es de lo más chusco: quiere que la memoria de los patitos permanezca en la plaza de la Catedral en forma de figuras de bronce. La idea es tan requetebuenísima que deberían extenderla sustituyendo a todo el consistorio lagunero por sus correspondientes estatuas de bronce. 

Nos ahorraríamos mucho dinero y muchas tonterías."

domingo, 7 de octubre de 2012

Recortes



No hablamos más que de recortes pero hoy quiero ofrecerles unos que no tienen que ver con la crisis económica sino con el arte cinematográfico.

En la escena final de Cinema Paradiso, Totó ve a solas en una sala de proyección los recortes censurados de películas que su viejo amigo Alfredo, el proyeccionista, había guardado. Mientras, suena la música de Ennio Morricone. Este epílogo antológico es un gran homenaje al cine. Recomendable para cinéfilos empedernidos.

Dirigida en 1988 por Giuseppe Tornatore, esta película ganó el Óscar a la mejor película en lengua no inglesa de 1989, el Globo de Oro en la misma categoría y el premio especial del jurado del Festival de Cine de Cannes del mismo año.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Chícharos


El chícharo (Lathyrius sativus) es una planta de la familia de las fabaceae. De carácter perenne es una hierba alta y trepadora que fue introducida en las islas y que crece tanto en tierras de cultivo como en tierras baldías. Se ha empleado tradicionalmente como forraje para el ganado aunque también, que es a lo que vamos, se han utilizado sus legumbres desde tiempos inmemoriales en la alimentación humana.

Como ocurre con tantos y tantos productos alimenticios tradicionales de las islas, está en absoluto retroceso, siendo casi imposible encontrarlos en las islas occidentales aunque, afortunadamente si podemos hallarlos con relativa facilidad en Lanzarote y Fuerteventura. Los de la fotografía son gentileza de un buen amigo que me los trajo de la zona de Haría, en Lanzarote.

La revista Pellagofio dedicó hace unos años un monográfico dedicado a las semillas tradicionales de Canarias donde, bajo el epígrafe Un tesoro cuya conservación no está garantizada se recoge una interesante muestra de nuestros granos tradicionales en peligro de extinción.

Llama poderosamente la atención el hecho de que estamos dejando perder una parte importante de la interesante cultura gastronómica canaria. Estos productos son una joya que nos viene del pasado y que, por lo tanto, forman parte de nuestro patrimonio. Todos los esfuerzos que se hagan para su conservación son pocos y, tal vez, deberíamos empezar a aprender de los portugueses que están tratando de recuperar también sus tradiciones culinarias entre las cuales se encuentra, por supuesto, el chícharo, o mal amado.

Por si les apetece cocinarlos, aquí les adjunto una receta de un riquísimo potaje que encontré en la red y que adapté un poco a mi gusto.

Potaje de chícharos

1 kg de chícharos,
4 costillas saladas de cochino,
2 chorizos (opcional)
piñas de millo,
papas,
batata,
1/4 calabaza,
tres dientes de ajo,
una cebolla,
un pimiento,
un tomate maduro,
perejil,
tomillo,
hierbahuerto,
sal, agua
aceite de oliva.

Se ponen los chícharos en remojo toda la noche, y las costillas si son saladas. Al día siguiente en un caldero con abundante agua hervimos los chícharos y las costillas. En el primer hervor añadimos, bien picado, la cebolla, el pimiento, los ajos, la piña de millo y los tomates. Seguimos el guiso hasta que casi esté e incorporamos el perejil y el tomillo. Cuando queden unos 20 minutos de cocción se añaden la batata y las papas y, finalmente, un par de hojitas de hierbahuerto.

Un consejo: los platos de legumbre se hacen de forma inmejorable con las ollas rápidas o express. Lo único que hay que tener en cuenta son los tiempos -con veinte minutos suele ser suficiente- y tener mucho cuidado de que no se peguen.

Disfrútenlo, vale la pena.